Cuenta una antigua leyenda que cualquiera que haga mil grullas de papel recibirá un deseo.
Las mil grullas de origami son todo un símbolo en Japón debido a que una niña japonesa decidió hacerlas para curarse de la leucemia que se le diagnosticó con once años, nueve después de que la bomba atómica de Hiroshima cayera próxima a su lugar de residencia.
Posteriormente pensó en que era más justo pedir un deseo de paz y curación para todas las personas del mundo. Actualmente en Hiroshima se erige un monumento conmemorativo dedicado a éste hecho y a los niños que fueron víctimas de las bombas atómicas.
Pensando en esto, Makiko, una japonesa residente en Madrid, afectada por la tragedia ocurrida en su país, ha lanzado un proyecto llamado “las 1000 grullas” o senbazuruconsistente en que cada persona realice una grulla de papel y le envíe la fotografía; una vez reunidas las mil, serán enviadas a la zona del norte de Japón para animar y apoyar a los afectados por la catástrofe.
El proyecto ha tenido una gran aceptación, infinidad de personas se han unido, y ya han sido reunidas más de mil grullas. Nosotros también hemos decidido unirnos y aquí os hemos dejado la fotografía de las que hemos realizado en nuestro Dojo.
Ha sido una gran tragedia la ocurrida en Japón y cualquier iniciativa por pequeña que sea es bienvenida para levantar el ánimo a nuestro amigos nipones, que estamos convencidos que se recuperarán rápidamente de lo ocurrido.
Cabe destacar la calma y el orden que los japoneses han demostrado ante esta situación, la sociedad japonesa queda así como un gran ejemplo de civismo. Miles de japoneses se comportan tranquila y silenciosamente haciendo colas para abastecerse, incluso para pasar por controles de radioactividad. Ninguno huye despavorido ante la amenaza nuclear ni abandonan el país masivamente por mucho que los medios de comunicación occidentales así lo expliquen…
Al contrario, los japoneses deciden quedarse en el país para levantarlo entre todos, ellos saben que viven en un peligro constante y que la tragedia puede ocurrir en cualquier momento, ya están preparados para algo así; y partiendo de esta base su prioridad es el pensamiento de rápida recuperación, ese optimismo de pensar que en breve todo volverá a ser como antes o incluso mejor, y lo más significativo es que lo consiguen por lo trabajadores, organizados, y perseverantes que son.
Como dice mi amigo Takaichi, “el comportamiento japonés es como el de los ratones, no sabemos qué es lo que hay por venir, puede ser el fuego, puede ser el mar… pero aceptamos la situación que vivimos y nos movemos hasta que encontramos cómo encajar el momento”, ésto da una capacidad de adaptación a todo problema que se les ponga por delante y poder solucionarlo.
Y no puedo evitar comparar estas palabras de “aceptación” y reacción ante lo que recibimos, con las palabras del Maestro Kitaura: “Hara acepta, integra y dirige la acción”.
Tanto en Aikido como en la vida cotidiana la manera correcta de actuar es la misma. Este pensamiento es el que ha hecho a la cultura japonesa y al Aikido ser como son.
Pingback: Como unas grullas volaron a Japón