Son innumerables los practicantes de Aikido de todo el mundo que han visitado la sede central o Aikikai Hombu Dojo, y muchos de ellos han explicado su experiencia en diversas webs y blogs; así el que aún no haya estado se puede hacer una idea muy aproximada de cómo es el lugar y de lo que verá si algún día lo visita. Por este motivo, entre las muchas opiniones o comentarios que hemos leído u oído, lo que voy a describir no será cosa novedosa o relevante, simplemente una experiencia más sumada a todas las anteriores contadas por tantos otros “peregrinos” al famoso Dojo.
Aikikai Hombu Dojo se encuentra en Wakamatsu-Cho, una zona tranquila y residencial dentro del distrito de Shinjuku de Tokyo. La línea Oedo del metro es lo ideal para desplazarse hasta allí. La parada Wakamatsu-Kawada de esta línea, deja en la calle principal de la zona, y después de caminar unos minutos se ve claramente en una columna el indicativo de que el Dojo se encuentra a 100m a mano derecha por una pequeña calle.
Albert y yo, acompañados por Fabián en calidad de observador; avanzábamos por esta calle ansiosos por llegar al esperado edificio, enseguida lo vimos aparecer a mano izquierda, y delante de él reparamos en la presencia de Mitsuteru Ueshiba, Waka Sensei, que estaba charlando con unos compañeros. Después nos dedicamos a hacer las fotos de rigor a la fachada y la entrada, en donde a ambos lados figura escrito en japonés que nos encontramos en la escuela y sede central de la asociación internacional de Aikido.
Justo al entrar y a mano derecha está la recepción, donde nos atendieron amablemente, indicándonos precios, horarios y la situación de los vestuarios y el tatami. Al pagar, y mientras entregábamos nuestra documentación de Aikido, nos preguntaron de dónde veníamos y quién era nuestro maestro, a quién lógicamente reconocieron enseguida con grata sorpresa.
Para pasar de recepción hay que dejar el calzado en las estanterías del pasillo de entrada, al fondo están las escaleras que suben a las instalaciones. Al llegar al primer piso se observa el pequeño tatami donde habitualmente se imparten las clases para principiantes, y delante los vestuarios femeninos, que desde mi punto de vista son extraordinariamente pequeños para un lugar tan importante y con tanto volumen de practicantes, esto obliga a tener aproximadamente medio metro cuadrado para cambiarse.
Los vestuarios masculinos están un piso más arriba, al lado del tatami principal, en el que Doshu y otros conocidos Shihan imparten las clases de nivel de Dan.
Cabe destacar que estando en Hombu Dojo, y practicando con un maestro que no es el nuestro, lo principal es adaptarse a las normas de etiqueta del lugar y la forma de trabajar del maestro en cuestión. Al entrar al tatami principal observé cómo entran los habituales del lugar, haciendo una reverencia en seiza al kamiza y seguidamente a los compañeros que ya están dentro. Después del saludo, la primera impresión al pisar el tatami es que es duro, pero nada más empezar a practicar se comprueba que es el mejor tatami sobre el que se puede practicar, es el tradicional japonés forrado de una lona blanca.
En nuestro primer día Albert se decidió por la clase de principiantes de Koujiro Suzuki 5º Dan, al tiempo que yo en el tatami principal asistía a la clase impartida por Hayato Osawa 7º Dan. La clase de Albert fue básica y centrada en la etiqueta, la mía con Osawa Shihan tuvo un ritmo muy elevado, y cambiando sólo cuatro veces de compañero cuando el maestro lo indicaba. Durante la práctica el maestro Osawa iba realizando técnicas con algunos de los asistentes y tuve la ocasión de hacerle de uke en una serie de shiho nage.
El segundo día yo asistí a primera hora a la clase de Shoji Seki, 7º Dan, mientras Albert y Fabián estaban sentados observando. Seki Shihan no permitió cambiar de compañero, así que pasé toda la clase con una chica japonesa que por suerte tenía un gran nivel técnico. Personalmente me gustó más el estilo de Seki Shihan, más contundente y elegante y con un gran control, que me demostró al hacerme Nikyo sobre mi mano derecha algo resentida, sin hacerme notar ninguna molestia. Después del entreno con Seki Shihan, comenzaba la clase de principiantes de Albert, impartida esta ocasión por Hiroshi Fujimaki, 6º Dan, quién amablemente nos permitió a Fabián y a mí sentarnos en un rincón del tatami, (que no tiene zona de observadores como el superior) e incluso nos dirigió unas palabras en español durante la clase.
Siendo una clase para principiantes preferí sólo observar, pero viendo que también asistían hakamas, y que el maestro era 6º Dan, debo recomendar la asistencia también a practicantes con más nivel. El repertorio de técnicas es básico, pero también lo es en las clases de nivel superior, la diferencia es que aquí el maestro dedica cierto tiempo a explicar y corregir individualmente, y es una buena ocasión para pulir detalles que pueden perfeccionar nuestra técnica.
Básicamente a Hombu Dojo se va a practicar, a entrenar, se realiza un corto calentamiento, técnicas sin dar tiempo a largas explicaciones, innumerables repeticiones sin pausas, sin hablar con el compañero, en un ambiente de seriedad, pero sobretodo muy respetuoso y educado con los compañeros con los que hemos practicado, a los que hay que saludar uno a uno una vez acabada la clase y el maestro se ha ido. Entonces llega el momento de limpiar el tatami, los habituales de allí ya están organizados y cada uno sabe lo que tiene que hacer. Después en el vestuario es el momento de hablar con quién se tercie y de tomar la obligada ducha fría ya que no hay agua caliente.
Todo esto forma parte del atractivo de Hombu Dojo, al que esperamos volver muy pronto, quizás para repetir clase con algún Sensei, o quizás para asistir a la de Doshu a las seis de la mañana si el cansancio acumulado del viaje no nos lo impide. Nos quedamos con ganas de repetir la experiencia y la aconsejamos a todo aquel que no la haya vivido.