A medida que vas asistiendo a cursos, trobades y otros aikieventos vas conociendo gente que comparte esta misma pasión. Poco a poco se suceden los reencuentros y surge alguna invitación.
El viernes pasado íbamos a visitar a David, sensei de Aikido Bergueda, y así entrenar en su clase de las 8 y media de la tarde. Como es una zona con grandes encantos, montamos el plan de salir por la mañana, hacer parada en Manresa para ver la seu y pasear por el casco antiguo, pasear por los jardines Artigas de la Pobla de Lillet y acercarnos a contemplar la belleza de las fuentes del Llobregat.
Ya entrada la tarde nos acercamos a Gironella, donde David nos recibió amablemente en su dojo, y en la charla tuvo la gentileza de proponer compartir la clase con Núria.
Entrar en el tatami fue una delicia, uno de los mejores que he probado en tiempo. Una auténtica obra de ingeniería que invitaba a trabajar intensamente las caídas. La clase empezó con unos buenos aikitaiso de calentamiento, y a continuación David propuso una serie de ejercicios basados en katatedori.
Ahí fue cuando me di cuenta que, aunque era aikido, había cambios respecto a lo que estoy acostumbrado, ya no únicamente matices distintos en la ejecución de las técnicas sino además en la forma de atacar y en la ejecución de ukemis. Naturalmente intenté adaptarme al buen hacer de David pero, aunque aún me falta mucho camino por recorrer, a estas alturas ya tengo movimientos básicos interiorizados así que no me resultaba fácil intentar cambiarlos, me despistaba e iba inseguro, incluso al final me quedé en blanco y bloqueado.
David pasó el relevo a Núria quien propuso también una serie de ejercicios también basados en katatedori. Naturalmente en este caso se trataba del estilo al que estoy acostumbrado, con lo que me sentí más seguro y relajado. Ahí me fijé que nuestros anfitriones también pasaban por una experiencia similar a la mía, ¡aunque ni de lejos tan desastrosa! Los años de entreno que llevaban les permitieron adaptarse al cambio de estilo.
En el coche ya camino a casa estuve pensando en lo visto y sentido. Si normalmente en las quedadas de dojos que siguen las enseñanzas del maestro Kitaura ya se observan estilos diferentes según el sensei, el practicar con un sensei que sigue las enseñanzas impartidas por otro maestro (lo que comúnmente llamamos en este mundillo ‘de otra línea’) es un cambio aún más grande.
Y entonces, ¿hay un aikido mejor que otro? ¿Es bueno practicar aikido de diferentes maestros? Estas preguntas quizás son las que más observo en foros relacionados con el aikido, y hay respuestas para todos los gustos.
Quizás el desconocimiento o un exceso de ego nos hace pensar que con menos años de práctica nosotros lo hacemos mejor que otro que viene de otra línea porque vemos supuestamente errores. En realidad me acababa de dar cuenta que no eran errores sino formas distinta de resolver las técnicas, cada una con sus razones que quizás nunca alcance a comprender. Puesto que al final cada sensei tiene su propio aikido, en definitiva hay tantas líneas como maestros, y de todos ellos podemos enriquecernos.
De todas formas estando aún en un 4º kyu creo que no es momento de “abusar” de estos cambios cuando aún no tengo afianzada una base, puesto que probablemente confundiré al cuerpo y entorpeceré mi aprendizaje, pero personalmente creo que ha sido bueno entender ahora este aspecto. En lo sucesivo creo que sabré tomarme esas visitas como una forma de entrenar mi capacidad de adaptación.
Esas inquitudes que plasmas en tu artículo las tenemos todos. Van y vienen, pero siempre están.
Yo intento explicarlas con paralelismos con el lenguaje.
Dentro de un idioma hay acentos, expresiones, caligrafías personales,… pero siempre que las expresiones sean gramaticalmente correctas pertenecen al idioma.
Siguiendo con el paralelismo podemos encontrar grandes obras de diversos autores. Lo que no encontraremos será grandes autores con faltas de ortografía.
Tomo buena nota de este paralelismo, muchas gracias por el comentario Raul!